sábado, 23 de noviembre de 2013

Los lectores "ociosos" estamos dentro de una muñeca rusa.

Comentario al capítulo 1, 34 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "El debut teatral de Camila", en la entrada correspondiente ál día 2 de enero de 2009.

Somos los lectores “ociosos” de Cervantes, aquellos “que ni quieren, ni deben, ni pueden trabajar”. Ya nos gustaría, ya, don Miguel…

Nos hemos metido en la extraña historia de un loco que se cree caballero andante. Lo hemos acompañado desde su aldea hasta Sierra Morena, por esos andurriales. Vivimos aventuras y conocimos a diversos personajes, algunos de los cuales nos acompañan en la venta del Zurdo, donde alguien ha dejado una maleta con “El curioso impertinente”.

Estamos dentro de una especie de muñeca rusa: leemos a unos personajes que, a su vez, están leyendo a otros personajes. Dentro del relato chico, habíamos centrado nuestra atención en los personajes masculinos, los dos amigos tan amigos que experimentan con la “cobaya” Camila”, a ver cómo reacciona ese ser inferior, sometido a la autoridad masculina.

Pero el escritor, en este capítulo, da la vuelta a la tortilla, surge la gran Camila: una mujer inteligente, astuta y consumada actriz que sabrá resolver una peliagudísima situación en la que peligra gravemente su vida. Incluso se lesiona levemente y el impresentable-chivato Lotario se admirará “de la sagacidad, prudencia y mucha discreción de la hermosa Camila” ¿Y Anselmo?... Quedará como “el hombre más sabrosamente engañado que pudo haber en el mundo”, buscando la gloria de poseer una Porcia, el no va más de la fidelidad, encontrará la perdición de su fama y será cornudo tonto y conocido.

Sin haber terminado de saber cómo termina todo esto, don Miguel comete la travesura de sacarnos fuera de la muñeca pequeña y colocarnos, de nuevo, en la muñeca grande. El autor quiere que no nos despistemos de la historia del de la Triste Figura y, al mismo tiempo, nos deja en ascuas pensando en lo que podrán entrañar estas palabras:” volvió Fortuna su rueda y salió a plaza la maldad con tanto artificio hasta allí cubierta, y a Anselmo le costó la vida su impertinente curiosidad.».Y como soy muy curiosa, asomo por el siguiente capítulo y oigo voces. Alguien grita y huele a vino tinto…
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Un saludo para Pedro y los paseantes:

María Ángeles Merino

Pedro Ojeda Escudero dijo:

ABEJITA: Así, es. Cervantes juega con nosotros y nuestras espectativas, hasta que nos deja desarmados y entregados a su fuerza narrativa. ¡¡No vale adelantarse!! Voy a tu blog.

Comentario de una curiosa que procura no ser impertinente.

MONUMENTO A CERVANTES. PASEO DE LA ISLA. BURGOS

Comentario al capítulo 1,33 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada: "Inicio de El curioso impertinente y primera demostración de que un trío nunca funciona", correspondiente al día 26 de diciembre de 2008.

Nuestra amiga Kety, en “Los cuentos de la abuela", nos propuso... copiar “El curioso impertinente” entre los visitantes de su blog. Tuvimos así la oportunidad, al copiar los fragmentos, de conocer mejor este relato, de estilo tan diferente a los capítulos anteriores.

¿Por qué ahora esto? nos preguntamos. Pedro nos ofrece tres posibilidades: gusto del público por los añadidos, completar un compendio de modalidades narrativas o descanso para el lector. Podrían ser las tres. Yo añado una más simple. Cuando en la mente de Cervantes bulle una historia, se las apaña para encontrarle un lugar y nos la cuenta,nos la tiene que contar como sea. Para una máquina de fabricar historias como Cervantes, una maleta abandonada en la venta, es suficiente.

Comienza la historia de Anselmo y Lotario, dos amigos muy amigos, demasiado amigos. Toma la palabra un narrador en el que no reconocemos esa voz que nos ha hablado en capítulos anteriores. Comienza con un estilo indirecto algo lento para el lector de hoy, un estilo muy peculiar ya que el narrador llega a plantear una pregunta para contestarla él mismo:” Pero, ¿dónde se hallará amigo tan discreto y tan leal y verdadero como aquí Lotario le pide? No lo sé yo, por cierto…”

Por fin, se ponen a pasear por un prado y comienza un diálogo en el que las razones de cada amigo son parrafadas de páginas enteras. Anselmo propone a su amigo un disparate: que corteje a su esposa Camila nada más que para probarla, para “acrisolarla”, valdrá más después de la prueba, qué vale ser buena si no te dan la oportunidad de ser mala.

Como Pedro nos ha pedido, no vamos a juzgarle con parámetros actuales, no vamos a acusar a Cervantes de ningunear a la mujer.Y si alguien de religión islámica lee este capítulo…
En este capítulo Camila resiste; pero “irremediablemente la hermosura y la bondad de Camila, juntamente con la ocasión que el ignorante marido le había puesto en las manos, dieron con la lealtad de Lotario en tierra.”. Tres son multitud, el trío comienza a fallar por un lado. Nos quedamos pendientes del billete que Camila escribe a su marido, sintiéndose incapaz de resistir sola el acoso de Lotario.

El lector, desconcertado por el cambio de tono en el narrador, pudo haber tomado la decisión de saltarse los capítulos del curioso, yo no lo hice, no me acuerdo si tuve la tentación. Pero ya comenté, la primera vez que paseé por la acequia, que me salté en tres ocasiones la historia del cautivo cuya lectura nos aguarda. A la cuarta pude con el relato morisco y pude decir “he leído todo el Quijote”.

Lo que me ha costado, Pedro, pasar por alto eso de “que su esposa Camila no tenía otro gusto ni otra voluntad que la que él quería que tuviese”, lo del vidrio, el armiño, el diamante, etc. Pero es que pertenezco a una generación de mujeres que todavía fue educada con separación de sexos y hay cosas que molestan, por muy literarias y de otra época que sean.

Un abrazo para ti y para todos los paseantes:

María Ángeles Merino


La televisión, el “Código da Vinci”, los libros de caballerías y un curioso impertinente en una maleta.







Aquí se reúnen los de la venta con la “cuadrilla” de don Quijote, gente de muy diferente condición social , ¿Qué tienen en común el ventero, la ventera, su hija, Maritornes, don Quijote, Sancho, el cura, el barbero, Cardenio y Dorotea? Todos conocen, en mayor o menor medida, el contenido de los libros de caballerías. Don Quijote y Cardenio se han empapado tanto de su espíritu que los han tomado como modelo de vida. El cura critica esos disparates pero ya nos demostró, en casa del hidalgo, que los había leído todos. Dorotea sólo leía libros piadosos, pero, más tarde, afirma haber leído muchos y vive el personaje de Micomicona como una consumada actriz.

El analfabetismo no es obstáculo para su conocimiento, no falta quien reúna un auditorio para su lectura en voz alta. En la venta del Zurdo, un segador lee para sus compañeros de fatigas y todos escuchan, incluidos el ventero, la ventera, la venterilla, y la criada Maritornes. Hay para todos los gustos: amor para las mujeres, peleas para los hombres.

Será uno de esos “lectores”analfabetos, el ventero, el más entusiasta defensor de estas fantásticas historias en las que abundan los gigantes partidos por la mitad, las serpientes de fuego montadas a horcajadas, los ejércitos vencidos por un solo brazo…No será capaz de distinguir realidad y ficción, con el sello del Consejo Real…no , no puede ser una mentira.

Nos podíamos preguntar: ¿qué clase de libros cumplirían ahora esa función de llegar a todas las clases sociales? Pasarían por nuestra mente esas novelas “históricas “, entre comillas, que tanto éxito cosechan ahora: los códigos, los pilares, los vientos, las sábanas santas, los templarios, las Magdalenas. Mucha gente los lee, pero no llegan a la clase social con más bajo nivel de instrucción, a aquel tipo de público que, todavía en los años sesenta de mi infancia, alquilaba esas novelas policíacas o del “Oeste” que se prestaban en los kioscos o “portalillos”. Recuerdo un letrero, en un portal de la calle de la Paloma, al ladito de la Catedral, que decía:”Se prestan novelas”.

Yo diría que los libros de caballerías de ahora son…algunos programas de televisión. Llega a todas las clases sociales y existen muchas Doroteas y muchos “curas” que no, por Dios, sólo ven los documentales, interesantísimos, telediarios, informes semanales… y , sin embargo, se saben de pe a pa de qué van los grandes hermanos, los tomates, las belenes, los jesulines...¡Qué pena! ¿No hay otras posibilidades? Hay bibliotecas en las ciudades y bibliobuses para los pueblos, pero surge la palabra clave: educación.

Cervantes quiso ofrecer algo distinto a los libros de caballerías, algo que llegase a todos, aunque fuese en una lectura colectiva, pero… mejor. Y como hay que ofrecer todo tipo de ingredientes, también cabe lo de la ventera y la cola de su marido. Recordad que, en otro capítulo, nos sorprendía un viejo chascarrillo de viuda consolada. Y para que se conozca otro tipo de literatura, vamos a estar presentes en la lectura colectiva de una novela sentimental. “El curioso impertinente”. Cervantes, algo forzadamente, aunque no venga a cuento, saca su historia de una maleta como un mago saca un conejo de la chistera. Será criticado por ello, pero a Cervantes le apetecía contarnos esta historia y nos la tiene que contar. Es una de las historias más machistas que existen, por cierto…La mentalidad de otra época…

Un saludo a Pedro...y a todos los visitantes.

María Ángeles Merino
 
Pedro Ojeda Escudero dijo: